Estimado lector, amigo y compañero de viaje. Te invito hoy de nuevo a acompañarme por el sendero de la parentalidad positiva y de la buena crianza de nuestros cachorros humanos.
Es cada vez más frecuente que las parejas, con y sin hijos, se separen. Toda separación es vivida como un fracaso para la pareja independentemente de quién, cómo y por qué, se tome la decisión.
Cuando además existen hijos en común se añade la preocupación por cómo esta nueva situación les puede afectar.
Todas las parejas en proceso de separación pasan por varias fases, ántes de tomar la decisión de separarse, una vez tomada esta, durante el proceso de separación y una vez separados.
Existen personas que se separan porque se enamoran de otra persona y otras que no vuelven a establecer relaciones estables. Pero de una manera u otra las personas suelen reconstruir la vida en pareja alrededor de los dos años tras la ruptura.
Cuando un padre o una madre tiene muchos cambios de pareja no considero necesario ni recomendable informar a los hijos ni hacer presentaciones de pareja.
Hoy vamos a hablar de esas segundas parejas, estables, con las que planeamos de nuevo el futuro.
No creo que a priori exista ningún problema en la aparición de una nueva persona en la vida de nuestros cachorros teniendo claro que el Afecto no es algo que se pueda imponer. Vamos a necesitar entonces algunas dosis de paciencia y aguante ante los despalantes del niño para mostrar su desacuerdo.
Forzar las situaciones para que el niño o la niña demuestre lo que realmente no siente no ayuda nada.
Como pareja debemos saber que pasaremos por distintas fases, que debemos afrontar con tranquilidad ya que se necesita un tiempo para adaptarse a esta nueva situación reconociendo el papel de la nueva persona que aparece en su vida.
Como nueva pareja y con el objetivo que el niño nos acepte, debemos esforzarnos en ser y actuar de una manera cariñosa, con la que el niño pueda jugar y divertirse y que siempre apoye las desiciones del papa o la mama pero sin ejercer unilateralmente autoridad alguna, pues no venimos a sustituir a nadie.
En la mente y el corazón infantil, la aparición de una nueva persona en la vida de uno de sus padres se transforma en la ilusión o fantasía de la reconciliación, por eso a veces se la rechaza al considerarla como competidora. A esto hay que añadir otra emoción, el miedo a la pérdida de la exclusividad con su progenitor y el consiguiente sentimiento de traición.
Hay que tener en cuenta que las "emociones" no conocen edad y que es en la infancia en las que se aprenden y consolidan muchas respuestas conductuales a este tipo de emociones.
Todo esto es lo que debemos esperar en el niño o niña, es nuestro deber escuchar y hablar con él, preguntándole por lo que siente, pero sin verse condicionado por lo que el niño diga.
Creedme, al igual que no pedimos permiso a nuestros hijos al separarnos, no debemos pedírselo para rehacer nuestra vida.
No debemos adjudicar a nuestro hijo un papel de autoridad que no le corresponde pidiéndole opinión.
Frases como esta son muy válidas para afrontar con eficacia esta situaciones:
"Te entiendo, sé que no te gusta la idea de verme con otra persona. Sé que para tí son muchos cambios y lo tengo muy en cuenta. Podemos hablar de ello siempre que quieras, pero tienes que saber que... ( la otra persona)..., vendrá a vivir con nosotros".
Cuando llega el momento de convivir, hay que dedicar tiempo en exclusiva al niño o niña de manera que tenga muy claro que su progenitor sigue siendo su padre o madre y que eso no va a cambiar.
Como adultos comentar que la ilusión de "lo bien que va a salir todo", dura poco, a los primeros problemas de convivencia, y seguro que los hay, se desmorona. Hay que encajar las historias vitales y educativas de cada uno.
Es entonces cuando hay que fijar de nuevo límites y normas para organizar la buena convivencia. Recomiendo estos encillos pasos.
1.- Consensúa con tu pareja las normas. Normas iguales para todos con acuerdo sobre lo que ocurre si se cumplen o no.
2.- Explicar ambos las normas y las consecuencias de cumplirlas o no. Deja claro que las normas están para cumplirse independientemente de qué adulto este delante, tú o tu pareja.
3.- Permaneced, serenos, tranquilos y consistentes en las normas y los límites. Superada esta fase se logrará la unidad familiar.
Deseo como siempre que esta entrada te sea de utilidad en la apasionate aventura que es la crianza positiva de cachorros humanos.
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