uno de los mayores placeres para un cachorro humano es el escuchar de sus padres una historia...aqui un regalo lleno de valores para
sus esponjosas almas...
Cuento tradicional de Malaui, del narrador de Cuentos, Kasiya Makaka Phiri.
(adaptado por el autor del blog)
El sol tuvo hace mucho tiempo una hija. Igual que su padre, era una estrella de gran resplandor, que vivía en el resplandor aún mayor del sol. Calzaba zapatos de relucientes bengalas y se adornaba todo el cuerpo con chispas recogidas de estrellas fugaces. Relucía con fulgurante billo y alumbraba el vacio que había más allá del sol y al que se llama cielo. Allí reinaba y gobernaba con gran sabiduría, amor y compasión.
Un día en que hacía su ronda de inspección de los innumerables planetas del infinito universo,divisó un planeta en un rinón apartado, estaba lejos y era de todos los tonos de azul y verde.
Despues de mirarlo bien, la estrella le dijo al sol:
-Ahí, en ese planeta, es donde quiero instalar mi trono. Quiero pasar toda la vida entre la exhuberancia del verde y el frescor del azul.
El sol suspiro y mentras contemplaba admirado el intenso brillo de la estrela, volvió a suspirar.
-Es todo tuyo-dijo-. Puedes ir donde quieras.Puedes hacer lo que te plazca. pero tendrás que desprenderte de la mayoría de tus poderes y dejarlos aquí. Tu brillante manto de luz pura, las chispas de tu cuerpo...el delicado verdor del planeta no soportaría el calor de tus chispas y el azul se secaría por completo. Ahora bien, a cambio de todo esto, puedes pedir tres deseos que se te concederan incondicionalmente.
-Muy bien-respondió la estrella-.Permíteme que lo piense.
Estuvo pensando años y años, por que asi funcionan las cosas de las estrellas y el sol en el vasto universo. Todo tarda años y años en suceder, aunque para ellos solo suponga un instante.
Al final, la estrella tomó una decisión.
Aceptó desprenderse de su manto de luz pura y de las chispas que adornaban su cuerpo y dijo:
-Ya estoy lista para partir hacia el planeta verde y azul, seré su madre.
Llévate todo lo que necesites, que sepas que aquí te echaremos en falta,aunque día a día te tendremos a la vista. Y no olvides que siempre te recibirimos con los brazos abiertos si regresas. Claro que sin tu manto y chispas, nuestro resplandor no te resulte siempre agradable en ese pequeño planeta.
Alrededor del sol se fueron diseminando las chispas y los trozos del manto de la estrella, formando una larga cola de luces y centellas que se extendió por el cielo como un reguero de leche derramada.
Se dispusieron de tal forma que fueran visibles desde el Planeta verde y azul para que la estrella tuviera constante recuerdo de sus orígenes.
Y al fín partó la hija del sol. Se movía a toda velocidad en el tiempo y el espacio. Llevaba consigo, una azada, un almirez, una criba para aventar el grano,un cántaro para guardar agua, un puchero,platos de madera, una hachuela,una estera y una tela para cubrirse en la noche. Al final se montó en el primer cometa que encontró que se dirigía al planeta verde y azul.
Cuando llegó al Planeta, comprendió por qué se veía tan verde desde las lejanías del cielo. Su corazón se esponjó y se volvío aún más tierno cuando vió lo hermosos que eran los bosques y las praderas. Contempló amorosamente las plantas y ellas seirguieron alborozadas bajo su mirada, y el verdor se hizo más intenso. Había árboles, arbustos y flores con la multitud de colores que encerraba la luz que la había traído desde su lejano hogar.
-Hijos, quiero tener hijos-dijo-. Hijos a montones. Hijos a quienes Amar. Hijos que correteen por la tierra, que canten, que rían, y cuyas voces resuenen en las laderas de los montes. hijos a los que acariciar, hijos a los que cuidar y amar. Hijos que sean mi fortaleza cuando la vida me haga desfallecer y me debilite.
El deseo se le concedió, y tuvo hijos. ¡Muchísimos hijos!. La rodeaban por todos los lados. Había hijas e hijos de todos los caracteres y habilidades. Todos querían estar cerca de la hija del Sol y la llamban Madre.
Y así la estrella, la hija del Sol, se convirtió en la Madre de todas las criaturas nacidas en el planeta verde y azul.
A todas las amaba y por todas se desvivía. A todas las quería día y noche.
Había hijos de todos los tipos y a todos los quería, los altos y los bajos, los que corrían y los que solo caminaban. Había hijos, -mío mío- que lo querían todo para si. Hijos -nada nada- que solo pronunciaban una palabra: Nada. Había hijos-enseguida vuelvo-que no cesaban de ir y venir. Hijos-yo no he sido- que eran incapaces de reconocer que habían hecho algo mal; Hijos -ha empezado él-; Hijos-el se lo ha buscado-que eran egoistas y desconsiderados y muchos y muchos mas hijos...
La madre les cuidaba y les traía lluvias y abundancia.Conocedora del poder del cielo, les traía también luz y calor. Hacía venir al Otoño y al Invierno para que las plantas descansaran y se fueran a dormir.
Cuidaba de todos los cachorros, cuando estabn despiertas y cuando dormian. Era la primera en levantarse. Empuñaba una gran escoba y barría y limpiaba y enseguida estaba dispuesta a trabajar con la azada y cultivar los alimentos que necesitaban los cachorros. Aunque eran voraces, siempre se las apañaba para alimentarles después de tanto correr,cantar, gritar, jugar al escondite y a todos los juegos de los que los cachorros nunca se cansan.
La Madre de todos los cachorros, era muy fuerte, pero los años comenzaron a ser una pesada carga. Y sus hijos habían cambiado. En una ocasión, se quejó al Sol, diciendo:
-Están muy cambiados. Ya no significo mucho para ellos. Incluso llego a dudar que me vean siquiera.
-Recuerda que son tus hijos. Le respondió el Sol-.Ellos no te pidieron que les trajeras al mundo. Trabaja con ellos. Encontraras un tesoro donde menos te lo esperes,cuando menos lo esperes.
Y ella, comenzó a trabajar al servicio de sus hijos, que habián empezado a pelearse por la posesion de las cosas. En lugar de ayudarse entre sí o decir algo por si mismos, siempre estaban quejándose y reclamando su presencia y sus atenciones.
-Ay, tengo sed.
-Ay, tengo habre.
-Ay,quiero esto, quiero lo otro.
Tú eres la Madre, si nos has traído a este Mundo. Ocúpate de nosotros.
Y la Madre de todos los cachorros, restreñaba heridas, alimentaba bocas hambrientas, regaba gargantas secas y criaba a todos hasta que se convertían en mujeres y hombres.Entonces se desperdigaban por lugares lejanos y sólo regresaban de vez en cuando, o no volvían nunca más.
Con el tiempo se asalvajaron y comenzaron a matarse unos a otros.El Corazón de la Madre, se consumía de tristeza.
Para consolarse, se ponía a cantar mientras trabajaba. Mientras cantaba, escudriñaba el cielo, como esperando que de allí pudiera venirle alguna ayuda.
La Madre de todos los hombres y las mujeres sabia que sus hijos no se preocupaban por el planeta verde y azul, había visto como desparecían preciosos bosques, como se encerraba a los ríos y excabában túneles en busca de piedras, túneles que nunca más rellenarían. La Madre, cantaba y cantaba:
-"Soy la Madre nacida para dar, que no conserva nada para si,el Mundo se alimenta de mi, y mis hijos me miran sin pestañear"-
Los oidos de sus hijos no captaban la musica de su Madre, y por ello no prestaban atención a sus palabras. Sólo en algunas ocasiones, cuando cantaba al anochecer, y sólo a veces, la pesadumbre invadía el corazón de quienes ántes fueran hijos afectuosos y compasivos.
Los hijos continuaron diseminándose cada vez más lejos, cada cual con ansias de expandir sus territorios. Se levantaban cada día y se peleaban por los árboles, por las piedras, por los caminos..por todas partes se oía decir:
-"Mío, mío"-
Atrapaban los pájaros en los bosques y los metían en jaulas dónde no podían volar. Sacában de los mares a los peces y les metían en peceras dónde no podían nadar. Matában a los animales por simple diversión...y...cuándo la Madre se agotó y murió los hijos no lo lamentaron por que ni si quiera se dieron cuenta.
Al morir se le concedió el segundo deseo: que sus restos fueran vestidos de negro y se le permitiera continuar sirviendo a sus hijos lo mejor que pudiera...así, aún después de la muerte trabajaba y trabajaba día y noche vestida con una túnica y capa negras. Sus hijos solo sabían decir:
-Dame, dame-. y Ella trabajaba a su servicio sin descanso.Como ahora era un espíritu, su boca no emitía sonidos y sus canciones solo se oían por la noche y al romper el día en los valles orientados al oeste.
La Madre cuidaba con especial cuidado a una hija nacida en los primeros tiempos, la hija que era muda. Tenía unos ojos verdes hemosísimos y una cabellera negra y vigorosa. Tal y como crecía su cabellera crecía así su corazón. Y a medida que crecía su corazón así cogían fuerzas sus piernas y sus brazos.
Cierto día, mientras realizaba sus faenas, se detuvo repentinamente y alzó la vista hacia la Madre. Entonces habló por primera vez,
-Déjame que te ayude Madre. sientate a descansar.Por favor.
Su voz era melodiosa, y una vez que hubo hablado, se hizo un silencio atronador. Hacía mucho tiempo que la bondad había abandonado el planeta ya menos verde y menos azul, y en ese momento, todo pareció detenerse, aunque sólo fuera por un instante.
La Madre, exhaló un suspiro y, agradecida, mediante este acto de generosidad, quedó liberada. Se desplomó y se convirtió en polvo. Su tarea había concluido. Entonces, se levantó un enorme vendaval que levantó una gran polvareda y la elevó hacia el cielo, donde formó la Luna que vemos hoy. Así se le concedió su tercer deseo, que una luz ténue brillara siempre para que pudiera ver a sus hijos y el planeta verde y azul todos los meses del año.
Y hasta ahora mismo, la Luna observa todos los meses a sus hijos luchando y peleando y a sus hijas, dirigidas por la joven antes muda, ocupadas en resteñar y sanar, servir y salvar, como Ella lo hacia antes.
Pero los hijos de las hijas de la Luna continúan luchando, peleando, quejándose. Y la Luna, al verlo, tiene que ocultar el rostro para llorar y juntar fuerzas para mirar de nuevo, enseñando primero una parte de su cara. Luego, la va girando, poco a poco hasta que su cara entera irradia amor.
Esa noche, hay quienes captan ese Amor y lo transmiten. Entonces, las hijas de la Luna entonan la canción de quienes estan entregados al servicio y, con ella formulan otro deseo:
Que los hijos aprendan a Amar otra vez a su Madre.
Y si os gusta..que se lo cuenteis a vuestros cachorros...